sábado, 3 de septiembre de 2011

Nunca te olvidaré.


Nunca me había sentido de esta manera. Nunca pensé que perderte dolería tanto… jamás experimente todo esto. ¿Por qué te toco a ti irte? Eso me pregunto todos los días de mi vida. No hay mañana, ni tarde, ni noche en la cual no te tenga presente en mi recuerdo. Allí estas vivas… allí puedo verte una y otra vez. Y revivir esos pequeños momentos que vivimos juntas, todo el tiempo. Es que en mi memoria jamás podre asimilar que ya no estás ente nosotros, porque para mi lo seguirás estando. Aquellas cosas tan pequeñas, que tal vez antes eran solo recuerdos familiares, hoy son reminiscencias que nunca podré olvidar. Dejar de pensarte, dejar de recordarte con una sonrisa, y hasta dejar de llorarte, es imposible para mi. Porque sería como dejarte ir de mi corazón, algo que no quiero hacer hoy, y que tampoco querré hacerlo en un futuro. Ese dolor, esa bronca, esa impotencia de no poder hacer nada para traerte de nuevo me invade todas las noches que pienso en ti, todos los días que te extraño. Tal vez pueda comprender un gran misterio, pero nunca podré comprender porque tuviste que abandonarnos. ¿Cuál es mi refugio ahora? ¿Qué hago cuando me siento así, perdida? No tengo otra salida que creer en algo más, en creer que te fuiste porque Dios tenía un mejor plan para ti, en el cielo, en el paraíso. En creer que ese lugar es mucho mejor que todo esto, en creer que allí estas feliz, estás mejor. En creer que desde arriba me observas, me sonríes. Quizás de esa manera, puedo remediar tan solo una pequeña porción de todo el dolor que sigue vivo, que se mantendrá activo hasta siempre. Pero recordarte con una sonrisa, es más fuerte que todo, revivir esos momentos donde tu estabas, me hace sentir más fuerte. Porque hoy no estás aquí, en carne viva, pero no hay dudas de que sigues vivas en el recuerdo, y en el corazón de todos los que te amamos, y te amaremos siempre.

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